jueves, abril 08, 2021

Guardia de cómic: reseña a «El rastreador», de Jiro Taniguchi

Título original: «Sosakusha»
PONENT MON, Rasquera
2006
Traducción: Shizuka Shimoyama,
Miguel Ángel Ibáñez Muñoz
ISBN: 84-96427-26-9
334 páginas

Taniguchi presentó en su día un título atípico en el conjunto de su obra, aunque sin llegar a renunciar a la representación de la Naturaleza y el costumbrismo

Shiga es un hombre que cumple penitencia en el lugar donde mejor se siente, prácticamente aislado de la civilización en un refugio de montaña, en pleno pulmón verde del Japón, aunque no como un arisco ermitaño, claro. Allí arriba puede autoflagelarse o matizar el dolor que ha acopiado en torno a su Pasado reciente tras la muerte de Sakamoto, su mejor amigo, caído en una expedición al Dhaulaghiri, el Himalaya, años atrás. Shiga prometió a Sakamoto cuidar y proteger de Yoriko, su viuda, y de su hija de corta edad, pero el héroe de la narración siente una emoción hacia el fallecido que prefiere guardar para sí, pues le provoca vergüenza: rencor con su pizca de culpabilidad.

Pero unos acontecimientos inesperados forzarán la salida de Shiga al mundo exterior. Megumi, la hija de Sakamoto, ha desaparecido sin dejar rastro y sin que la Policía se vea capaz de actuar ante la saturación de casos de similar naturaleza que asola Tokio. Shiga descenderá de la montaña y se enfrentará a la capital, a un entorno más hostil que cualquier otro paraje. Se sentirá abrumado por el llanto desconsolado de Yoriko y por el mutismo que rodea la aparente huida de la chiquilla de catorce años, mientras va recogiendo pistas en una investigación particular en la que hallará extraños pero amables aliados a medida que se acerca a la verdadera “montaña”, al desafío final. (sigue leyendo)


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